"Contra la desaparición de una lengua": Luz Pichel y Lupe Gómez

05.11.2019

"Contra la desaparición de una lengua": Luz Pichel y Lupe Gómez

Publicado en TAMTAM PRESS (tráfico de cutura)

CO CO CO U & PORNOGRAFÍA

 

| | POESÍA, RESEÑAS

 

CO CO CO U

LUZ PICHEL

Versionado por Ángela Segovia 

Epílogo de María Salgado

Ediciones La uÑa RoTa. Segovia, 2017

 

Reseñamos CO CO CO U, el último libro de poemas de Luz Pichel (Alén, Lalín, Pontevedra, 1947), escrito en el dialecto rural gallego de su aldea natal, y traducido por la poeta Ángela Segovia (Las Navas del Marqués, Ávila, 1987) a una variedad dialectal del castellano rural de su tierra, el ‘navero’. / Referenciamos, además, la traducción al castellano, por parte de Luz Pichel, de Pornografía, el primer libro en gallego de Lupe Gómez (Fisteus, Curtis, A Coruña, 1972), un libro de culto, mítico casi desde su aparición en 1995. 

 

Regresé del 7º Encuentro de Poesía de Puente Genil (Córdoba) con un pequeño montón de libros en la maleta, y uno de ellos era éste de Luz Pichel: CO CO CO U, apenas 80 páginas editadas con esmero por La uÑa RoTa.

Tenía algunas referencias, pocas, de la poesía de Luz Pichel —autora gallega nacida en 1947 en la minúscula aldea de Alén, aunque afincada en Madrid desde hace muchos años—; alguien me había contado que esta autora escribía en “galego castrapeiro” o “galego mal falado”. Dicho así suena un poco raro, sí. Sin embargo, hace ya unos días que la escuché recitar en el Teatro Circo de Puente Genil fragmentos de este libro escritos en el dialecto de su aldea, Alén (que en gallego significa “más allá” o “el más allá”); un dialecto rural que, como tal, siempre fue motivo de burla y humillación para quienes lo hablaban (con timidez, vergüenza, inseguridad, como disculpándose…), que eran considerados y se consideraban a sí mismos “campesinos brutos e ignorantes” (frente a la lengua castellana impuesta por el Estado español, pero también frente al gallego de las élites gallegas cultas). Un dialecto, por cierto, prácticamente extinguido. La lectura de Luz Pichel me llamó la atención, tan extraña al oído, tartamudeando con timidez algo así como murmuraciones enigmáticas, o un monólogo de una rara cotidianidad… —luego nos contó que sus alumnos de secundaria le habían enseñado muchas cosas, entre ellas a tartamudear—, con un encanto musical y misterioso que se quedó prendido en mi memoria.

Fue un poco después, cuando sostuve su libro entre las manos y fui avanzando en sus páginas, cuando comprendí el sentido de aquella conmovedora lectura en voz alta de Pichel. Porque CO CO CO U es, entre otras cosas, un libro contra la desaparición de una lengua, que es tanto como decir: contra la desaparición de una manera de expresarse y de contar el mundo, de estar en el mundo. Lo aclara muy bien María Salgado en su brillante epílogo: Luz Pichel “opera” en referencia al gallego normativo, juega con las palabras, evita normalizar sus letritas y no-tildes, se burla de algunas grafías, no acentúa bien, introduce la “gheada”, el cierre de la O en U… Y es así como logra caracterizar de manera genial el dialecto gallego de su aldea –ese canto denostado, minusvalorado– buscando incluso, a través del tartamudeo (por ejemplo), su tono emocional de enunciación.

“Éste es un libro en el que una letrita tan última en su serie como lo suele ser la U incendia un texto. Un libro para atender a cómo el cerramiento de una vocal adentro de una boca va sembrando fuego y, con él, arden nuestros usos verbales previos y por venir. Poesía son disturbios“. (María Salgado)


Fragmento de “CO CO CO U”, de Luz Pichel.

El poemario, en sí, resulta ser un tesoro y una caja de sorpresas: una maravilla para leer y disfrutar de poesía verdadera, distinta, insólita, humilde, sugerente, abierta, extensa… Y que encuentra su reverso reflexivo en una traducción singular:

“Éste es UN libro que son DOS libros que son diez, cien, mil perforaciones poéticas en al menos dos idiomas y sus sistemas de referencia. CO CO CO U ha sido traducido por la poeta Ángela Segovia de un modo absolutamente leal al método Pichel, es decir: convirtiendo el texto a una variedad dialectal del castellano rural de La Navas del Marqués (Ávila), el navero que hablan sus abuelas, es decir: transformando el original en original > dejando a la vista el grano del traslado > inventando vías como, por ejemplo, ese “sus” de “no sus desesperéis”, con el que el espíritu de esa loca U del texto de Pichel queda guardado, sin que infecte la versión navera, ya que, como todas sabemos, las cinco vocales del castellano de la meseta norte son más tranquilas que cualesquiera otras”. (María Salgado)


Versión de Ángela Segovia del texto anterior de Luz Pichel, en el libro “CO CO CO U”.

Pichel sitúa el relato que subyace en CO CO CO U en una tierra sombría y hostil, donde se explota el wolframio (material escaso en la naturaleza, muy codiciado durante la Segunda guerra mundial para la fabricación de armamento), y donde los poderosos oprimen el «cantu da ghaliña ceibe» (el «canto de la gallina libre»), dos de los temas que aparecen en este libro. Sin embargo, lo de menos es contextualizar la narración en un tiempo histórico que no tiene por qué coincidir con el tiempo ni con las expectativas que se abren en este libro.

CO CO CO U es un libro que muy notablemente obliga a cualquier hablante que a él se asome a la permanente actividad de traducir al idioma de uno, a la lengua de una, al dialecto de unx, al idiolecto de un otrx a quien no se conoce pero unx se aproxima. Es un libro que puede generar mucho placer a los sentidos y, por lo mismo, y por qué no, enfado, desorientación, frustración e impulso de abandono. CO CO CO U contiene, pues, todos los placeres que la poesía a muy alta tensión ofrece”. (María Salgado)

Se pueden extraer muchos jugos poéticos de CO CO CO U. Y algunas complicidades profundas, importantes:

“La voz principal de este libro, esa que al inicio (…) se quita importancia, esa que se dibuja como titubeante, tímida, torpe, entrecortada, menor de clase y de lughar, poco soberana, sin dominio de nadie, última en la jerarquía social, mujer, mayor de edad, de campo, de periferia, y tartamudeante, esa voz desprovista de poder alguno que, no obstante, avisa hasta dos veces de que no se debe tener miedo al rey [«nun se ten medu ón rei que nun transita o sitiu      nn nun se recea de cear cantandu nu lughar que existe sen lugharar» (Pichel); «no se tié miedo a un rey que no transita el sitio      nnn no se uno reconcome de comer cantando en el lugar que existe sin lugarar» (Segovia)], podría y puede hablar con cualquiera en igualdad, y hasta convencerle, por la palabra y por la risa, en un idioma intermedio, de que es fundamental un cambio de paradigma”. (María Salgado)

La propia María Salgado se pregunta en el epílogo: “¿Hay que ser de Alén para entender el gallego de CO CO CO U? ¿Hay que ser de Las Navas del Marqués para entender el navero de CO CO CO U?”. Y su respuesta es sencilla: “En absoluto. Al revés. (…) lo que CO CO CO U demuestra es que nunca se es / nadie es de la aldea adecuada para leer las frases de la poesía”. Y éste es un libro escrito en una lengua otra, en un lenguaje otro, hasta configurar una poesía otra:

“Éste son un libro infinito. Éstos es un libro infinito. A mí me produce la gozosa sensación de que jamás terminaré de traducir su lengua, de que nunca terminará de traducir la mía, de que nos leeremos a lo largo del tiempo, según vayamos sabiendo más el uno de la otra, y la otra del uno o de la una, según vayamos creciendo el libro y yo. (…) Éste es un libro para dejar en la mesilla de noche, o quizá mejor, sobre la mesa grande de la cocina, para así poder conversar con él a la hora de la cena, ya que tenemos que hablar de muchas cosas muy importantes de nuestra historia pasada, presente y por venir, el libro y yo, el libro y tú, y quienes vengan tras todos nosotros a seguirla. Porque éste es un libro que, entre otras cosas, y como ya muy pocos libros de poesía publicados por las poetas que hoy escribimos hacen, habla con muertos para hablar con nosotros y para hablar de nosotros con ellos y para hablar con nosotras de ellas. Las muertas. Por cierto que la voz principal de este libro también se pone a hablar, en un momento dado, con el corrector de Word («charles brodie»), con la misma firmeza, ternura y humor con la que le habla a sus ancestros de tractores o lingüística, para pedirle, básicamente, respeto. Un déjame vivir en libertad“. (María Salgado)


Luz Pichel recitando en el 7º Encuentro de Poesía de Puente Genil, el 18 de octubre de 2019.

Fragmentos transversales

Al final del epílogo, una nota aclaratoria indica: “Se “samplearon” versos de: Miguel Hernández, Vainica Doble, KOP, María Salgado, Ángela Segovia y Luz Pichel”. [Samplear, a grandes rasgos, es “coger un fragmento de música de una canción cualquiera para introducirla de algún modo en un tema propio”]. También explica que se citaron textos de Gabriel Cortiñas (“Cuaderno del poema”) y Giorgio Agamben (“La lengua y los pueblos”).

Ahondando un poco en ambos autores, viene a cuento depositar aquí unos fragmentos del “Cuaderno del poema”, de Cortiñas:

“Cuando el poema pierde su función pública y, por ende, política, queda develada su función comercial. Entendiendo por esta una semántica literal de mercado donde el sentido es único y fascista; puede entretener o ser propaganda política. Ambas anulan la posibilidad de pensamiento, y promueven  –o presuponen– un lector capaz solamente de consumir: “…la oscuridad soberbia de lo totalmente iluminado rigiendo las metáforas que son caminos que son sentidos que son estilos semejantes a la electricidad…” (Suramérica, 1927, Pablo de Rokha)”.

“La poesía oficial del siglo XXI es el poema entretenido, objeto para consumir; una voz neutralizada y utilitaria del poder real”.

“No es importante que comprendas todo lo que digo, lo importante es que te obligue a pensar, esto lo dijo Pound en Rapallo”.

“En tanto que acción y no descripción, el poema ejecuta una verdad, no la enuncia; es en su hacer que dice sin decir”.

“Volvemos a la misma pregunta: ¿qué escucho cuando leo un poema? El lobo del lenguaje: “Nada se entiende. Pero muchas cosas se sienten. Las historias que se entienden son sólo las mal contadas.” Dice el Mendigo en Baal, 1918, de Brecht“.

“Si uno se preguntara el para qué de un poema podría arriesgar que este artefacto tiene como fin hacer sonar ese aullido disonante de la lengua, que en la cotidianeidad solemos silenciar o ni siquiera advertir”.

Y un párrafo más, tomado de “La lengua y los pueblos” de Agamben:

“Si las lenguas son las jergas que cubren la experiencia pura del lenguaje, así como los pueblos son las máscaras más o menos conseguidas del factum pluralitatis, nuestra tarea no puede consistir, pues, en la constitución de estas jergas en gramáticas ni en la recodificación de los pueblos en identidades estatales; por el contrario, sólo rompiendo en un punto cualquiera la cadena existencia del lenguaje-gramática (lengua)-pueblo-Estado, el pensamiento y la praxis estarán a la altura de los tiempos. Las formas de esta interrupción, en que el factum del lenguaje y el factum de la comunidad surgen por un instante a la luz, son múltiples y varían según los tiempos y las circunstancias: reactivación de una jerga, trobar clus, lengua pura, práctica minoritaria de una lengua gramatical… En todo caso, está claro que el reto no es simplemente político o literario, sino, sobre todo, político y filosófico”.

La poesía es un arte de la memoria. El lenguaje poético es musical, y también subversivo (por naturaleza). La poesía es una forma de resistencia (al mal). El poema te dice lo que no sabías que sabías, te dice lo que no se podría decir de otra manera. La poesía es un discurso republicano. El poema sabe… Son cosas que he aprendido de algunos maestros en el arte de leer y escribir (poesía): Antonio Gamoneda, Miguel Casado, Olvido García Valdés (“un poema es un lugar raro en el que se guarda la vida”, “la poesía nos permite, entre otras cosas, hablar con los muertos”…).

Conclusión: La poesía es hoy, más que nunca, una manera radical de pensar el lenguaje, de explorar el pensamiento, de “dar voz”… “Escribes poemas / porque necesitas / un lugar / en donde sea lo que no es” (Alejandra Pizarnik). Un lugar en el que “crear espacios de vida, espacios que no existían, / que no parecían poder encontrar sitio en el espacio, / (…) espacios abiertos en un espacio que no sabíamos si llegaría a existir, / que nuestra ceguera no nos dejaba ni siquiera atisbar: / el lugar sin lugar de la poesía” (Antonio Méndez Rubio). Por eso “todos los verdaderos poetas han sido de vanguardia” (Francisco Pino). Y por eso Luz Pichel es una poeta no solo innovadora, sino sencilla y radicalmente vanguardista. Su CO CO CO U se puede entender de muchas formas, pero también a la manera, quizá, en que otro gran lector de poesía, como Vicente Luis Mora, entiende los libros: como “lugares” en los que a veces se encuentran pasadizos (secretos) que comunican unos con otros, o que se abren, a su vez, a otros sitios…


La poeta y periodista gallega Lupe Gómez.

:: Traducción de “Pornografía”, de Lupe Gómez

Luz Pichel es además la traductora al castellano de “Pornografía”, el mítico primer libro de Lupe Gómez (poeta nacida en 1972 en la pequeña aldea coruñesa de Fisteus), un poemario de culto que acaba de ver la luz por primera vez en edición bilingüe, también con Ediciones La uÑa RoTa.

Este libro se publicó por primera vez en 1995, cuando Lupe Gómez tenía 23 años, en una autoedición “que excitó la sensibilidad y el imaginario de toda una generación”. En los mínimos poemas que se suceden por sus páginas, sin tapujos y con total libertad, Lupe Gómez habla, sobre todo, de su infancia humilde en una aldea de la Galicia profunda, y de lo que significa, en un entorno así, ser mujer y vivir en un cuerpo femenino.

Cuando se publicó, en su aldea llegaron a avergonzarse de que hubiera escrito un libro tan duro, sincero y provocador, y su familia llegó a esconder todos los ejemplares que pudo, según contó en un artículo Fran Alonso. No sirvió de nada. Aquel libro encontró su propio camino y ahora, traducido por primera vez al castellano, “continúa siendo una poesía plena de energía y de mordiente acrobacia, dueña de una sonoridad impúdica. Poemas frágiles y punzantes que, conforme se leen, van generando sutiles cortocircuitos”, como señala la nota editorial.

Tienda de cosméticos

En mi pueblo
sólo había una costumbre,
caminar con el pelo suelto
y los pechos caídos.

Hemorragia interna

Sangro, sangro,
sangro, tanto como un hombre,
o más.

Independencia

Aplastaré la matriz que
me envuelve para volver a
amar y sentir mi útero
libre y abierto. Lo haré con
amor, con poesía, con prisa.

LUPE GÓMEZ


“La de Lupe Gómez sigue siendo hoy una voz valiente, un estallido cósmico encarnado en aquellos recitales abarrotados de los noventa en Compostela, en los que todo cuanto la poesía decía adquiría el rango de revelación. […] Lupe Gómez entregó en Pornografía un plan visionario no tanto de lo que pretendía hacer en las letras gallegas sino de lo que ya era, nada más salir a la calle, gracias a aquella autoedición de color crema, tan frágil como cegadora. Tomar en las manos ese libro era confirmar de verdad que en algún punto de nuestra imperturbable galaxia literaria se había producido una inaudita liberación de energía”, escribe Fran P. Lorenzo en el prólogo.

Licenciada en Periodismo, Lupe Gómez, para quien escribir es una forma de salir de la timidez, se especializó en información cultural y durante años llevó a cabo un fantástico trabajo como colaboradora en A Nosa TerraO Correo Galego y Galicia Hoxe. La crisis hizo que, como tantos otros buenos periodistas, se quedara sin trabajo en esos medios, aunque no haya dejado de escribir.

Es autora de obras como “Os teus dedos na miña braga con regra” (1999), “Poesía fea” (2000), “Levantar as tetas” (2004), “Azul e extranxeira” (2005), “O útero dos cabalos” (2005) y “A grafía dos mapas” (2010). Con su poemario “Camuflaxe” (Chan da Pólvora, 2017) Lupe Gómez obtuvo el Premio de la Crítica y el Premio da Gala do Libro Galego.

Como anécdota, cabe recordar que en mayo de 2010 Lupe Gómez pasó por León, donde leyó un hermoso texto titulado “La cárcel de la belleza”, dentro unas jornadas de homenaje a Miguel Hernández en las que coincidió, en la misma mesa, con su admirado Antonio Gamoneda, a quien un año después dedicó un pequeño texto, titulado “El maestro de la nieve”, para felicitarle con motivo de su 80 cumpleaños.