Robert Walser nació en Biel (Suiza) en 1878 y murió durante uno de sus incontables paseos no muy lejos del hospital psiquiátrico de Herisau, al este de Suiza, el día de Navidad de 1956. Es, sin duda, uno de los más importantes escritores en lengua alemana del siglo xx. Autodidacta, errante, finísimo estilista de la lengua alemana y provisto de una mirada capaz de destripar la realidad con la más suave ironía. Encomiado por Musil, Bernhard y Walter Benjamin, apreciado por Kafka, Canetti, Thomas Bernhard, Coetzee o Peter Handke, entre otros, el prestigio de Walser –«un prestigio moderado y sombrío, que es el único que podría convenirle», como señala Luigi Amara– se debe tanto a sus primeras y aparentes novelas, Los hermanos Tanner, y Jacob von Gunten o El ayudante como a sus prosas breves, entre las que destacan el primer libro, Los cuadernos de Fritz Kocher, que dio a la imprenta en 1904, y las famosas nouvelles El paseo, o Vida de poeta, La rosa, así como los microgramas Escrito a lápiz, publicados en España por Siruela.